Un sábado cualquiera caí bajo el embrujo de ciudad mágica. Caminando por lugares perdidos me reencontré con mi inspiración aletargada. Caminé por aquellas calles que escondían más secretos que mi corazón abandonado.
Las primeras brunas de este otoño comprometedor. La suave brisa del viento y el cielo gris perla que aunciaba una tarde entretenida.Caminé por las piedras de mi alma, me ahogué en un llanto tranquilizador. Solté mis miedos y los lancé al vacío. Perdí mis pensamientos por temor a que se quedaran dormidos.
Dominé mi ira, controlé la nostalgia, apacigué mis pasiones y me reencontré con antiguos amores. La ciudad dominaba con letargo mis carencias. Mis alegrías se hacían evidentes, pero los temores de viejos amores se encontraban aún latentes.
La mirada cálida de la luna sin reflejo me arrulló en sus brazos. Me quedé dormida con su olor y desperté con la bruma de la cordillera de un día húmedo.Me conecté con mi interior y desde lo más profundo del horizonte divisé mi futuro y sin mayor apuro caminé hasta el camino donde encontré mi inspiración liberadora.
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