martes, noviembre 29, 2005

El Diaporama...

Otro día irrumpe. Es otoño, son las 8.00 de la mañana. Las calles están mojadas por la última lluvia. El frío es intenso. La respiración se acorta y los pasos se sienten más lentos. Los aromas son penetrantes, pues súbitamente nos invaden la conciencia, y así los hacemos parte de nosotros.
El cielo se limpia. La bruma de la mañana se disipa cuando aparecen los primeros rayos del sol por la cordillera nevada. Las hojas cambian de color, los matices son más fuertes, vistiendo siempre distintas en cada unas de las estaciones.
Santiago es una mezcla de diversas pociones que no sólo incluye el smog típico de la capital, sino que además la fragancia de su gente, y a sus distintos escenarios.
La ciudad contrasta con disímiles entornos en cada unas de sus esquinas. Observamos arquitecturas viejas, cuyas experiencias esconden en silencio sus paredes y edificios modernos que dan un toque de vanguardismo al ambiente.
Los relojes avanzan, la vida agitada de grandes y chicos, marcha al compás de las bocinas, los tacos y las micros atestadas de gente, todas ellas escondiendo algún secreto.
La vida pasa sin dar tregua al descanso, sin dar tiempo para comprender nuestro espacio. Porque vivimos como una máquina que funciona a mil por hora, programadas para rendir al máximo.
Desde lejos observamos a diferentes personajes representando muy bien la obra que les tocó actuar. Porque pocas veces reflexionamos y detenemos nuestra marcha, para sentarnos y mirar lo que sucede más allá de nuestros problemas, aquellos que nos atrapan sin dejarnos respirar.
La soledad se siente aún en el caos, donde el tiempo se pasa lento. Los instantes de felicidad son fugaces sin poderlos atrapar. Respiramos hondo para aceptar nuestra realidad, esa que te enclaustra. Nos angustiamos. Necesitamos un suspiro que nos llene el alma de aire, y desahogarnos, poner en claro, en orden nuestras ideas.
Los rostros de los sujetos reflejan sus pensamientos. Porque aún cuando no pretendan mostrar sus emociones, su semblante no tarda en revelarlas. La ciudad descubre como lentamente se desvanece su gente. Todos ellos caminan hacia el reencuentro con su libertad.
Somos parte de una tribu que día a día inicia y concluye un ritual. La mayoría da las veces nos desagrada ser un miembro más. Pero al final de la jornada, comprendemos que quizás, por una estúpida costumbre o simple resignación, no es tan malo pertenecer a esta comunidad.
Carolina Fernández
Carolina Pinto
junio, 2005

martes, noviembre 01, 2005

Un Suspiro

Un suspiro grande y prefundo ,¡por favor!, necesito desahogarme, poner en claro, en orden mis ideas.
Un suspiro grande que llene mi corazón de calma y lo despeje de esta bruma para que entre luz.
Necesito también un abrazo donde poder apoyar mi alma, un horizonte mágico, de colores que llamen la atención y en el fondo de mi alma tu sonrisa que me transporte a un cuento de hadas.
Necesito un beeper para encontrar a la Carolina que esta semana se perdió entre su corazón y cabeza. Quiero un fuego intenso donde paliar el frío y un estante grande y amplio para tapar el vacío que siente mi corazón.
¿No sé cómo me perdí? , no me di cuenta, no sé ni qué pensamiento vino primero a mi mente, tan solo sé que me sentía extraviada, extranjera y extraña. De la noche a la mañana sentí que todo lo que creía seguro, todo aquello que tenía bajo mi poder se desvaneció. Un espejismo entre el ayer y hoy, alguien más cerca de lo que yo pienso y un amor que por más que trato no se va de mi corazón.
Un suspiro grande, en donde ahora sí se besen de forma apasionada las astros. Un suspiro que me permita escapar de mi misma, de las rejas que encarcelan mis sentimientos. Necesito un suspiro que me lleve al pasado pero que esta también sea la última que lo vea, para así sacarlo por completo de mi vida. Necesito algo que me haga encontrarme con lo que soy, lo que siento, lo que pienso.
Un suspiro que me deje reencontrarme, sentir de una vez que todo quedó atrás, que ahora sólo vale el presente. Un suspiro que me devuelva mi esencia, que me deje libre, sin ataduras.
Un suspiro que me haga creer que soy todopoderosa, para sanar tus trancas y las mías. Quiero un suspiro que me limpie el alma. Quiero un suspiro que me empuje a avanzar, sentir, querer, vivir, bailar.

viernes, septiembre 30, 2005

La Biografía

Ella nació una calurosa noche de diciembre. Siempre ha soñado con ser una gran escritora, pero hace un tiempo su inspiración se le se perdió en lo profundo del mar, cuando todavía era una niña asustada que le daba miedo expresar sus emociones y aún no hallaba la fórmula para contar su propio cuento.
Tiene los ojos claros en señal de lealtad, carácter fuerte y personalidad carismática. Se debate entre la libertad de su cabeza y las rejas que autoimpone su corazón.
Ella está dividida en tres. La niña asustada, la hechicera y por último a la princesa del cuento, la que es feliz y hace feliz, aquella que inventa locuras para el bienestar de sus súbditos.
Leal, responsable; tiene un dilema frente a quién es realmente el cuerpo que envuelve su alma. Es de amistades duraderas, organizadora vitalicia de los carretes de fin de semana. Siempre tiene algo que decir frente a lo que le molesta y defiende con todas sus fuerzas lo que es suyo. Así egoístamente intenta que nadie que la rodea se distraiga jamás por otra compañía.
Muchas veces ha cedido su corazón por personas que ha amado profundamente, tratando de llenar con arte y magia la vida de los extraterrestres que la rodean.
Le cargan las injusticias, No tolera que la gente se quede callada cuando tienen algo que decir. Ella nunca llora y cuando lo hace es de rabia, de incomprensión o por falta de amor.
Con el paso del tiempo, logró abrir un sitio de encuentros permanentes para ella y los demás, donde la añoranza no constituyera el quiebre de los sueños definitivos, sino un impulso para revindicar la alegría y así apaciguar la agonía de la espera, y mientras tanto en ese sitio se canta, se baila, se goza...
Con ella el tiempo no se detiene. No se echa a morir por lo que no fue, simplemente disfruta con plenitud lo que cree que debe ser disfrutado. Deshecha el dolor, la pena y la tristeza. Se ríe de las cosas simples y disfruta de los instantes de soledad.
Cada cierto tiempo, su alma se cambia de piel para renovar a esta Carolina que necesita un suspiro que la transporte de vez en cuando a un paisaje con un horizonte mágico, lleno de colores llamativos en donde pueda descansar.