lunes, agosto 20, 2012

El viento y el chaleco

Un día después de casi 6 meses sin hablar sonó mi teléfono y sin poder creer lo que miraba le contesté - Aló- dije. - Te echo de menos- dijeron del otro lado. Hasta ese momento recuerdo la conversación porque me quedé en blanco tratando de buscar en mi almacenaje cuándo había sido y porqué nuestra última discusión. 

 Esa noche nos vimos, Julián y la Mariana se casaban a la semana siguiente e inventaron un carrete previo para que sus amigos más cercanos compartieran y celebraran con ellos. No nos hablamos y nos sentamos distanciados, sin embargo, de vez en cuando nuestras miradas se cruzaban. Al día siguiente me envió una solicitud de amistad y mi primera reacción fue pensar que era un "cara de raja", pero más tarde y ante mi negativa de aceptarlo me mandó un inbox insistiendo para que lo agregara. Yo confusa, entre la felicidad y la rabia, lo agregué. Como antaño me quedé pegada en sus fotos viendo y recordando cada momento, pues todo lo que habíamos hecho lo habíamos hecho juntos. 

Al otro día me invitó a salir y sin pensarlo, en un arranque de emocionalidad aguda le dije que sí. Me pasó a buscar temprano, me puse el perfume que a él le gustaba y él venía recién bañado, afeitado y muy nervioso. Fue muy extraño ese acercamiento, ambos íbamos callados y creo que se empezó a preocupar por mi mutismo. - "Emila habla" - Dijo para romper el hielo. Dio varias vueltas en círculos hasta que se estacionó mirando el mar. Se bajó del auto, se sentó en el capó y me hizo una seña para que hiciera lo mismo. - Tienes frío- Preguntó - no - respondí - estoy bien. - En verdad no quería que me abrazara. Se puso las manos en la nuca, respiró hondo y sin más dijo - "Emilia, te amo". Hacían 6 meses que no nos hablábamos y él se sentía con el derecho de decirme eso sin más, lo encontraba último. Así que lo miré y le dije - Diego llévame a mi casa- y me subí nuevamente al auto. Él, en cambio, con su calma de siempre se quedó donde mismo contemplando nuestro paisaje favorito. Después de un rato largo me bajé y senté junto a él, contemplé el paisaje como él lo hacía. Poco a poco me fui acercando y puse mi cabeza en su espalda, él se quedó en silencio y quieto. Ese momento, en particular, fue único.

 - ¿Sabes porqué te traje hasta aquí? - Preguntó. - "Por que acá con un llanto desesperado me pediste que me mejorara, acá fue nuestra última pelea y acá te vi. Te vi hace un par de semanas con Francisco". - Se quedó un rato en silencio y volvió a decir - "Uff no puedo explicar la pena que sentí, fue como si algo atravesara mi corazón y el poco aire que queda se atascara en la garganta. Intenté acercarme, te lo juro, pero no fui capaz... te veías tan feliz, sin embargo, te sentías ausente, tengo certeza que nunca lograste acoplarte al momento... Mmmm recuerdo un minuto en que miraste al infinito, tenías puesto ese chaleco grueso que te compraste en España y tu pelo largo se movía desordenado con el viento, en ese momento nuestros ojos se cruzaron, pero no me viste... fue en ese instante, ese pequeño instante en que supe que no te podía perder". 

 Durante esos minutos nunca lo miré a la cara, sólo buscaba el mar. - "No sé que decirte, Diego"- le dije... - ¡Emilia! - dijo medio desesperado. - "Quiero que por primera vez me mires y me veas, que me digas lo que tengo que escuchar sea bueno o malo... que dejes que te comprenda, que te oiga... Y si no quieres - Dijo mirando hacia abajo - te subas al auto, te voy a dejar y hacemos como si esta conversación jamás la hubiésemos tenido". 

 Me bajé del capó, caminé lentamente hasta el auto, abrí la puerta y antes de sentarme volví a mirar el mar, entonces saqué un chaleco y me abrigué. Caminé lentamente hasta donde él estaba y lo miré fijamente... - "No quiero decirte nada, no puedo decirte nada... así como tu te sentiste ese día que me viste con Francisco, me he sentido cientos de veces buscando una respuesta en mi cabeza que me dijera porqué después de casi 3 años nunca pude ser la única mujer en tu vida". "No tengo nada que decirte porque los cuestionamientos son conmigo y no hacía ti.... creo que puse demasiado peso en tus hombros y no te lo pudiste. Creo que yo soy la culpable de que esto no funcionara porque siempre tiendo a alejar a la gente que quiero... y a ti te alejé con mi egoísmo, siendo dura e intransigente. Te alejé ese día, acá mismo cuando te grité desesperada que ya no quería saber nada más de ti, sin embrago, eso que te dije es lo que más duro que he dicho en mi vida... lo que más me ha dolido" Sequé mis lagrimas y me di vuelta... miré el mar nuevamente y suspiré. El se acercó cuidadosamente y me abrazó con ternura por la cintura, puso su boca cerca de mi oído y dijo "Pero te amo" ... Lo abracé fuerte, el sol se estaba poniendo y una brisa fría inundó el lugar, el sólo dijo - Gracias, no tengo que escuchar nada más... lo dijiste todo"... y ¿Sabes cómo se llama esto?...se llama reconciliación" Después de ese día nunca más he dejado de abrazarlo.