miércoles, julio 09, 2008

cambio

Cambiarse de casa siempre es algo que cuesta. De partirda, el hecho de buscar un nuevo lugar es agotador... buscar cosas con las características y comodidades a las cuales, medianamente estas acostumbrado es toda una hazaña.
Empezar a sacr las cosas... esas cajas que tienes en el fondo del closet ver qué es lo que sirve y qué no... el desafío es gigante... En mi caso, tenía cosas desde 1° medio... pruebas de física, de matemáticas, disertaciones... pruebas, etc. Obviamente que eso ya no lo necesitaba, pero el afecto por los recuerdos es más potente y me impidieron botarlos. Es como si uno botara aquellos papeles los recuersos ya no estarán y es mentira. Una simple falacia que hace nuestro inconciente para acumular y acumular cachureos.
Debo confesar que me dio pena ayer cerrar la puerta de mi casita. Recorrerla antes de ponerle llave para ver si no quedaba nada en aquellos rincones que tantos momentos bonitos contuvieron.
Millones de carretes, de noches de alcohol, y canto desemfrenado. Muchas fiestas, asados y juntas, conversaciones densas y otras livianas.
Llantos, risas, alegrías y penas... debo reconocer que me dio pena cerrar la puerta y que ahí en esas paredes se quedaran rencerradas tantas charlas incoherentes, tantos vasos de ron y tantas noches ahogadas en llanto. Muchas horas de teléfono, de internet, trabajos inconclusos y relaciones irresolutas. Pero como me dijo la Caro anoche "en esta nueva casa vas a tener recuerdos, solo es cosas de esperar..."
Es verdad, solo espero que en ese esperar constante, la espera se haga interminable... interminable como las horas en mi nueva casa.