martes, octubre 10, 2006

La intimidad pasó de moda

· Día a día las audiencias de los programas que prestan ayuda a quienes sufren de problemas sentimentales, se entusiasman más con la idea de mediatizar sus conflictos pasionales. La mayoría de los que llaman son de clase media baja y, por lo mismo, no tienen temor a expresarse ni “al qué dirán”.

El teléfono no para de sonar. Cientos de llamados colapsan la línea telefónica de la oficina, pero la producción debe tomar en consideración sólo uno. Las conversaciones de pasillos se mezclan con la música de fondo de Chayanne, que canta una canción melancólica para ponerse a tono con la historia más impactante que será la protagonista de hoy.

Quien está al otro lado del teléfono es Ivonne. Se siente angustiada, pues supo hace poco una noticia que, según ella, le cambió la vida. Tenía un novio con el cual pensaba a futuro casarse, llevaban 8 años de relación. Hace un tiempo su hermana menor, Solange, le contó que había encontrado al hombre de su vida, pero que aún no le podía decir quién era.

Un día como cualquier otro Ivonne pasó por la plaza de su barrio, en la comuna de Lo Espejo, y vio una pareja a lo lejos; en ese minuto ella descubrió que el nuevo novio de su hermana era el mismo que ella tenía hacía tanto tiempo. Pero la desesperación creció aún más cuando se enteró que Solange estaba embarazada.

Es por esta situación que decidió contar su caso en un medio de comunicación con el fin de obtener algún tipo de ayuda que le sirviera para solucionar su problema y como vía de escape a su pesar.

Cientos de casos como éste llegan diariamente a canales de televisión, radios y portales de Internet. Tal es el caso de “Pasiones”, de TVN; “El diario de Eva”, de Chilevisión; “El Chacotero Sentimental”, de radio Corazón y la Zona Mujer de la página Web Terra, los cuales reciben diariamente historias sentimentales contadas, en la mayoría de los casos, por mujeres.

Ayuda social o simple lucha de rating es la duda que surge tras la aparición
de este tipo de programas que entregan una gran dosis de pasión y drama a las audiencias. En definitiva, ¿qué es lo que pretenden este tipo de espacios?

El destape de lo prohibido
Todo comenzó a fines de la década de los ’90 cuando Roberto Artiagoitía, más conocido como “El Rumpy”, abrió un espacio en la radio Rock & Pop llamado “El Chacotero Sentimental”, donde la gente, sin distinción de sexo y estrato social, llamaba y contaba sus infidencias afectivas.

Fue tanto el impacto de este programa en la sociedad que el director de cine Cristián Galaz realizó una película titulada con el mismo nombre del espacio radial y que contenía las historias más llamativas. A casi 10 años de su incursión en esta área, “El Rumpy” sigue captando auditores, ahora desde la radio Corazón.

Otro acontecimiento que, sin duda, dio paso a una liberación de la intimidad fue la visita del fotógrafo neoyorquino Spencer Tunick en el invierno de 2002, quien reunió a más de 4 mil personas frente a la fachada del Museo de Bellas Artes para retratarlas desnudas. Según la socióloga Karin Froimovich, este suceso marcó lo que sería posteriormente la proliferación de los programas que destapan la sexualidad.

Para la sicóloga clínica Guila Sosman, estos espacios han surgido a causa del contexto sociocultural que se vive en Chile actualmente, debido a que a fines de la década de los ’80 el panorama político del país cambió con el retorno a la democracia, la cual ha contribuido a que los individuos se sientan más libres de expresarse. Éstos ya no sienten temor hacia la autoridad ni a manifestar lo que antes estaba reprimido, como es el caso de la sexualidad.

Diferente es la opinión de Froimovich, quien considera que el factor político no tiene relación con la apertura de mente de las personas, sino que ésta corresponde a los cambios evolutivos de la sociedad moderna, en la cual se manifiesta un aumento del individualismo del ser, dejando de lado la importancia del “qué dirán” dentro de la comunidad.

La mayoría de las personas que acude a este tipo de programas proviene de un estrato socioeconómico específico. Son de sectores medios bajos que no tienen los recursos necesarios para recurrir a ayuda profesional. Según Sosman, este sector de la población tiene, además, una especie de prejuicio acerca de los
sicólogos, ya que considera que se debe estar loco o muy grave para acudir a ellos.

Froimovich complementa la afirmación anterior, argumentando que la televisión es un medio de masa sencillo con elementos poco sofisticados, poco complejos y que entretienen. “Claramente la elite, que en rigor posee más conocimientos educacionales, no se “seduce” fácilmente con la televisión abierta. Este tipo de programas no satisface sus necesidades”, aclara.


Estos espacios han tenido una gran recepción por parte de las audiencias debido a que combinan aspectos emocionales y sentimentales con el ámbito racional para que cada historia contenga un alto grado de sorpresa. Froimovich asevera que le cuesta creer que la gente se pueda interesar tanto con una historia ajena, pero lo justifica con el descanso que éstas producen en la mente de las personas.

La arremetida de TVN
Dentro del medio televisivo, el programa que más impacto ha causado en las audiencias es “Pasiones” de TVN. A pesar de ser un espacio que se transmite en horario familiar ha tenido gran acogida por parte del público y, por ende, un alto rating, que ha sido superior a las mismas apuestas de otros canales.

La editora periodística, Andrea Arroyave, manifiesta que el programa surgió debido a que las personas se sienten solas y con una necesidad evidente de desahogarse y obtener alguna orientación. Pero también recalca que no es un espacio terapéutico, ya que, pese a tener especialistas en el panel, también cuentan con la presencia de gente invitada y de llamados telefónicos de la audiencia, quienes aconsejan al afectado.

Según comenta Sosman, las historias que se exponen en “Pasiones” se dan en todos los niveles socioeconómicos, pero la gente del estrato bajo no tiene miedo a ventilar su vida privada y viven los problemas más en comunidad. Por eso se va produciendo una necesidad de expresar los sentimientos, ya que muchas veces las personas no cuentan con alguien de confianza a quien puedan confidenciar sus problemas.

Como ya es sabido, la televisión es un medio de comunicación moderno, tecnológico, un tanto superior y omnipotente dentro de nuestra sociedad, que a veces pareciera que todo lo puede. Por esto mismo, Arroyave piensa que es el mejor canal para expresar sentimientos o problemas, sobre todo cuando existen casos en que las personas solicitan ayuda para figurar.

A pesar de que “Pasiones” realiza un seguimiento a las personas que mandan sus casos para verificar que éstos sean reales, Arroyave afirma que existe un grado de fantasía dentro de la televisión y que las historias que se recrean en el programa siempre serán un poco más exageradas porque obviamente se están actuando. “Si bien los acontecimientos que se muestran son reales, todos responden a un mismo patrón, como la infidelidad, la soledad y el abandono”, dice.

Según Froimovich, la mediatización de la intimidad se puede dividir en dos: por una parte se encuentra el rating que se obtiene durante la exhibición en pantalla de la historia y por las respuestas que entregan los especialistas; y por otra, se considera cuán ayudadas se sienten las personas al contar su caso y recibir una solución por parte de alguien ajeno.



Intimidad en el ciber espacio
No sólo en televisión y radio se dan instancias para poder expresar problemas y sentimientos, sino que también existen páginas Web que se dedican a esto, como es el caso de “Relatos Eróticos”, sección de la Zona Mujer del portal Terra.

La editora de este espacio, Carla Ingus, manifiesta que esta idea surgió luego de que una usuaria mandara un relato sexual. A partir de esto, ella y su equipo se dieron cuenta que, a pesar de que el espacio estaba completo, aún podían interactuar más con las visitantes.

Ingus cuenta, además, que la historia que se elige para exponer semanalmente es la más atractiva y sorprendente. Sin embargo, no cree que todas las historias que se reciben son verdaderas, pues algunas son demasiado desinhibidas.

Por Carolina Fernández y Bernardita Ovalle